Mittwoch, 21. April 2010
Psicoplastia
Nuestra mente juega un rol muy grande en la construcción visual de la realidad. De hecho, influye en la manera cómo percibimos el mundo, de manera que vemos lo que queremos ver.
Por ejemplo, fantasmas. Todos conocemos a gente que cuenta haber sido testigo de apariciones de fantasmas o alienígenas, etc. jurando que es la verdad. Pongo como hecho que aquello no es la verdad, pero lo interesante de aquel fenómeno es que esas personas están completamente convencidos del contrario, a causa de percepciones visuales, sensoriales o auditivas. Incluso los medios dedican gran parte de su interés a aquella gente y a la gente que cree que son veraces aquellas historias.
Todos sabemos que nuestros sentidos pueden ser engañados; también sabemos que las historias de fantasmas y alienígenas pueden generar grandes ganancias a las empresas que las venden. ¿Por qué entonces tanta gente cree en ellas? Yo veo la explicación para ello en un cierto tipo de nostalgia en los humanos, una ansia de nosotros de lo desconocido, lo que nos lleva a otro mundo, lo que nos hace olvidar un poco a la realidad desepcionante que vivimos. Es un tipo de romanticismo, que nos hace querer creer en hadas, duendes, fantasmas y mundos ocultos y desconocidos. Claro que también puede ser vestigio de tiempos cuándo la gente se explicaba al mundo todavía en forma de mitos sobrenaturales, antes de explicárselo mediante la razón.
Pero, cuando entonces una persona ve un fantasma en una sombra, una cara en una fotografía sobreexpuesta o un toque de un espíritu en un soplo del viento, es producto de la mente que añora a lo desconocido que promete aventura y alternativa a la realidad monótona, o mera fama y ganancia.
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